El silencio hoy me grita lo que mis palabras no han sido capaz de decir; mi silencio dejó su cobardía a un lado para enfrentarse a este irremediable suceso de quererte hablar, de quererte decir lo que se supone tengo que callar.
¡Qué silencio tan atrevido el que me acompaña hoy!
Me obliga a no culparte, a continuar este juego sin reglas en el que sólo apostaba yo, en que sólo jugaba yo, en el que sólo perdí yo.
¿En qué momento una veintena de tus imágenes se han convertido en una sola y fugaz ilusión?
¿A dónde lanzo las palabras que tomé como mías y creía que iban a algo más?
A dónde, si es que amanecías reluciente en mis mañanas, dormías plácida y sonriente en mis noches.
A dónde, si es que tu voz como melodía diaria y tus letras como impulso en las mañanas eran mis sonetos predilectos.
Y sin saber a dónde, te guardaré como ese "tal vez", ese "de pronto" y ese "yo lo intenté" que valen de consuelo para cualquier situación.
El silencio hoy me grita lo que mis palabras no han sido capaz de decir; mi silencio dejó su cobardía a un lado para enfrentarse a este irremediable suceso de quererte hablar, de quererte decir lo que se supone tengo que callar.
A dónde, si es que tu voz como melodía diaria y tus letras como impulso en las mañanas eran mis sonetos predilectos.
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