(Sin nombre)

Y...  ¿Dónde encuentro una sonrisa que me permita perderme en ella?

Quiero a alguien que se pierda en la mía y que disfrute cada día de mis tonterías, alguien que me robe; que me robe cada suspiro y cada mirada al infinito, quiero a ese alguien que se emocione con cada canción que le envíe; que sepa que cada letra es una emoción, un sentimiento, un recuerdo, una añoranza o un todo para mi. 

Pero... ¿Dónde encuentro al dueño de esa sonrisa? Lo buscaré en una novela antigua; donde las cartas sean constantes, algún paraje donde el perderse sean común, pero ¡perderse conmigo! lo buscaré en el fondo de algún paisaje; donde los colores sean cálidos, o bien que sean fríos, seguro que perdida en aquella sonrisa sería imposible congelarse. Le diré que me acompañe, que esto no es un llamado desesperado, que sólo son las ganas de acompañar mi vida con la alegría que expresa su mirada, que nunca antes vi en nada ni en nadie tanta transparencia, que su sonrisa me delata, que no es posible continuar sin que ese brillo me ilumine... 

Pero y mientras... ¿Dónde hallo esa sonrisa? Si cada día que pasa me alejas más de ti, donde quiera que estés y quien quiera que seas. 

Capítulo II

Por la noche, al acostarme, en mi cabeza siempre hay una continuación a todas nuestras cortas conversaciones, siempre hay un segundo capítulo; aunque en nuestra vida real con el primero termine la escena.

En mi cabeza suenan los mejores acordes, las mejores melodías, un instrumental digno de acompañar tu silueta, silueta  cálida que navega por mi interior azul. 

Tu figura disfrazada de sombra retumba en mí y danza sin parar, invitándome a seguir, llevándome lenta y directamente a situarme en tus labios, en tu sonrisa, sonrisa que brilla e ilumina mis mañanas. 

Luego, pasada la tarde y sin darme cuenta voy caminando por ahí con los bolsillos llenos de historias plasmadas en papel, eres musa y aún no lo sabes, eres musa y ni yo lo sabía, eres musa y estás por los aires...