Dos veces te he visto y dos veces quedé suspendida en las mismas sonrisas, las mismas manías, dos veces (Seguro que mil más) he anhelado tus labios y son esas mismas mil veces, las que titubeé para decirte nada.
Te podría contar que me hablaste un dos y te vi un once, pero qué relevancia tendría si no te cuento, que desde hace ciento veintitrés, mi curiosidad por saber más de ti crece y no creo que se detenga, a menos que sea explicita la exigencia.
-El mismo discurso diariamente-
Te podría decir también que mis letras hoy acortan, verso tras verso, los ciento ochenta kilómetros que aproximadamente nos separan, también que son innumerables los atardeceres que he contemplado contigo de fondo en mi pensamiento, que no paro de contar y cantar posibles canciones para dedicarte, que cada mañana mi primer suspiro va hacia tu dirección... pero sólo te contaré una certeza hoy, y es que tengo un número para tus cálidos abrazos; tres.
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