Comprendió que las lágrimas nunca estuvieron de más, fueron Necesarias, decisivas, continuas, intermitentes y catalizadoras.
Fueron un trámite más de esta burocracia que acompaña un adiós.
Y continuó sonriendo, amando, soñando.
Continuó creyendo, confiando... perdonando!
Decidida y suave igual que siempre, ni el mundo ni tanto dolor le hicieron una persona dura e insensible, ninguna humillación le hizo odiar a nada ni a nadie
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